Presentación

¡¡¡Holaa!!!

Somos unas chicas del 1999 a las que les gusta mucho escribir, nos llamamos Alba y Patty (eme8eme y Como tu quieras, respectivamente).

Cada cierto tiempo colgaremos una entrada con un trozo de uno de nuestros proyectos (diríamos cada semana, pero entre exámenes y vacaciones...). Claro que puede que no sea el final...

También escribiremos algunas ideas o textos que tengamos.

Nos encantaría saber vuestra opinión, aunque nosotras seremos quien tomemos la decisión final, así que no os esperéis nada. Si queréis saber algo sobre alguna de nosotras preguntárnoslo. Y si vais a poner algo, ponerlo muy claro, para no provocar confusiones...

Espero que os gusten las historias, no esperamos gran cosa de ellas, pero queremos compartirlas. Como dice nuestra autora favorita, Laura Gallego "bueno, por algo se empieza, ¿no?"


viernes, 31 de enero de 2014

El resto del día, no podía concentrarse en su clase, atormentado por su propio comportamiento absurdo, pero, al mismo tiempo, aliviado, porque sabía que el chico lo había notado demasiado, con la escusa de que se le acababa el lápiz y de las Naciones Unidas para iniciar una conversación, pero cuando el se acerco a ella, se había dado cuenta de que ya tenia ella una pluma en el bolsillo. Ella espero a al próxima vez y durante esa y otras noches, una y otra vez escuchaba a lo que ella decía, hasta que encontró la manera correcta de comenzar una historia que nunca terminaría.

jueves, 30 de enero de 2014

Quede estupefacto. el prefecto parecía como herido por un rallo. Durante algunos minutos permaneció sin habla y sin movimiento, mirando incrédulamente a mi amigo con la boca abierta y los ojos que parecían saltárseles de las orbitas; después, aparentemente recobrando la conciencia de su ser, cogió una pluma y, después de algunas pausas y miradas sin significado aparente, firmo un cheque por 50.000 francos y se lo entrego a Dupin. Este lo examinó cuidadosamente y lo guardó en su cartera; después, abriendo el cajón de un pequeño escritorio, cogió de el una carta y se la entregó al prefecto. El hombre se abalanzó sobre ella en una perfecta convulsión de alegría, la abrió con la mano temblorosa, arrojó una rápida hojeada a su contenido, y entonces, agitado y fuera de sí, abrió la puerta y sin ceremonia de ninguna especie salió del cuarto y de la casa, sin haber pronunciado una sílaba desde que Dupin le había pedido que hiciera el cheque.